Para Molly, un labrador de diez años de Filadelfia, las once y cuarto de la mañana es el mejor momento del día. A esa hora sus orejas se yerguen, su cola empieza a moverse y da rienda suelta a una retahíla de cacofónicos ladridos que se oyen en todo el vecindario.
Es el cartero, como cada día. Lo único que el pobre pretende es introducir unas cuantas cartas en el buzón, pero Molly lo ve de manera distinta: es un intruso y, si aprecia un poco su vida, tendrá que salir rápidamente de su porche. Y el cartero lo hace, por supuesto. En ese momento, Molly, aún nerviosa pero confiada, se tumba a descansar. Es un momento del día estresante para ella (y para el cartero) pero al día siguiente volverá a repetirse la misma escena.
¿Por qué los perros le ladran a los carteros?
Casi todos los perros se enfurecen cuando el cartero se acerca a la puerta, en parte por mera exaltación. “El perro piensa ahí fuera hay alguien y yo también quiero salir”, explica el doctor Wayne Hunthausen, veterinario de Westwood, Kansas, y coautor del libro Handbook off Behavior Problems in Cats and Dogs.
Pero el principal motivo es que el perro desea proteger su territorio. No entiende que en la vida de las personas se cruzan extraños a diario. Durante miles de años se le ha criado para proteger a sus propietarios y serles fiel. Cualquiera que no haya sido presentado personalmente supone una amenaza en potencia y, desde luego, no piensa quedarse “de patas cruzadas”.
Pese a que la llegada del cartero es un acontecimiento diario, el perro ladra y se comporta como si cada vez fuese la primera. “La causa de esta conducta -afirma el Dr. Hunthausen- es que siempre tiene éxito.” El cartero se aproxima, el perro ladra y el cartero se marcha -y el perro se felicita a sí mismo por haber hecho un buen trabajo-. Y con cada repetición se arraiga aún más su costumbre.
“Si los perros fueran humanos, estarían todos sometidos a terapia por lavarse las manos compulsivamente o por fumar como carreteros”, comenta Judith Halliburton, adiestradora y experta en conducta animal de Albuquerque, Nuevo México, y autora de la obra Raising Rover. “Sus vidas se rigen por costumbres y cuanto más las repiten, más las exteriorizan.”
Si no tiene vecinos alrededor, su cartero no es miedoso y la puerta principal es más o menos indestructible, esta costumbre puede no suponer un problema. Sin embargo, los estridentes e interminables ladridos de furia pueden volver loco a cualquiera, sobre todo porque se repiten cada día -a excepción, claro está, de los domingos.
Trucos y dispositivos para que un perro deje de ladrar al cartero
Nunca es fácil enseñar a un perro a saludar al cartero cortésmente. Por una parte, la mayoría de gente trabaja, por lo que no está en casa para hacer callar al perro y, por otra, los perros han ladrado a los intrusos durante miles de años y no van a abandonar ese hábito tan fácilmente.
«El perro de costumbres arraigadas necesita algún tipo de corrección o distracción para desconectar su piloto automático», dice Hunthausen. “Se debe alterar su pauta de conducta.”
- En los catálogos y las tiendas de animales se puede encontrar un dispositivo relativamente sencillo dotado de un sensor y un amplificador. Cuando el perro ladra, la máquina ladra también a un volumen alto y con un tono elevado que irrita al perro.
- En ocasiones los veterinarios aconsejan utilizar un collar especial que emite chorritos de toronjil cuando el perro ladra. El toronjil es una sustancia natural que posee un aroma amargo. Al perro no le gusta el olor y el sonido del chorro lo distrae y se olvida de ladrar. «Finalmente, se dará cuenta de que sus ladridos son la causa de esos olores y sonidos espantosos», afirma el Dr. Hunthausen.
- Si decide aplicar medidas severas, puede comprar un detector Scraminal. Se trata de un pequeño mecanismo –a la venta en tiendas de animales- que emite un pitido agudo cada vez que el perro se acerca a una ventana o una puerta, lo que evita que vea llegar al cartero.
- La técnica más rudimentaria –y quizás más efectiva- es introducir unas monedas en una lata de refresco vacía y tapar la abertura. «Cuando su perro comience a ladrar al cartero, arroje al suelo la lata mientras le ordena callar», recomienda el Dr. Hunthausen. Como mínimo conseguirá que deje de ladrar momentáneamente al oír el estrepitoso sonido. Si emplea esta técnica a menudo, es posible que su perro no comience a ladrar tan pronto.
Métodos para que un perro deje de ladrar al cartero
Dado que el perro es una criatura de costumbres, resulta mucho más sencillo adiestrarlos antes de que descubran lo divertido que es ladrar. “La prevención es la clave para lograr que no salgan disparados en cuanto ven al cartero”, asegura el Dr. Hunthausen. He aquí unos consejos para lograr que su cartero obtenga siempre un recibimiento de primera clase.
- mpida que el perro vea al cartero:El perro detecta la llegada del correo tan sólo cuando divisa al cartero, ya que éste no suele ser muy sigiloso. “Baje las persianas cuando se vaya a trabajar o coloque las estanterías u otros muebles de tal modo que su perro no pueda mirar a través de las ventanas. Eso puede bastar para que no empiece a ladrar”, aconseja el doctor.
- Aumente la confianza del perro: El perro posee una tendencia natural a proteger su propiedad pero es también un animal sociable que acoge calurosamente a sus amigos. “Puede enseñarle a considerar al cartero como un amigo”, comenta el Dr. Hunthausen. El doctor aconseja quedarse en casa con el perro durante un par de días. “En el momento en que su perro vea al cartero, ordénele sentarse y prémielo”, sugiere. “Cuando adquiera este nuevo hábito, no dará tanta importancia a la llegada de visitas inesperadas, ni siquiera cuando esté solo en casa”, explica el Dr. Hunthausen.
Protección a raya
Los carteros pasan malos ratos en parte porque muchas personas son reacias a reducir las tendencias protectoras de sus perros. “Esto es algo que no debería ocurrir”, dice Halliburton. Un perro puede ser un gran vigilante aunque sepa guardar silencio cuando llega el correo.
“Los perros generalmente saben distinguir entre una visita ordinaria y una amenazadora”, explica. “No necesitamos que nuestros perros nos defiendan del cartero o de los vendedores a domicilio. Corregir esa conducta cuando se produce lo ayudará a ser más selectivo pero no reducirá su instinto protector.”
Fuente: Manual de Educacion Canina; Matthew Hoffman