Enseñar este truco requiere mucho tiempo y es un trabajo arduo, pero es la más gratificante de todas las habilidades recogidas en este libro ya que si alguna vez la necesita, puede salvarle la vida.
El perro deberá aprender que no todo el fuego es malo. A lo largo de su vida verá fuego en más de una ocasión, y no puede ladrar siempre de forma indiscriminada. No debe ladrar si ve el fuego de la cocina o la llama del horno. No debe ladrar cuando prenda la chimenea ni cada vez que alguien encienda un cigarrillo. En este adiestramiento su actitud debe ser firme y seria. Nunca deberá considerarse algo divertido si ladra cuando no debería hacerlo o si no ladra cuando sí debería. Y jamás realice este adiestramiento delante de niños ni con ningún tipo de ostentación. El fuego es muy peligroso, no se lo tome como un juego.
Existen unas latas de combustible que producen una pequeña llama controlada y segura., que resultan muy adecuadas para enseñar a un perro a detectar humo y fuego. Abra la lata y déjela en el suelo. Deje caer una cerilla en la lata y llame al perro. Señale la lata y dígale al perro: ¡HABLA! Cuando ladre, felicítelo. Con esto bastará para la primera lección. Para apagar la llama, deje caer la tapadera sobre la lata y apriétela con la suela del zapato (no hace falta decir que la lata estará caliente).
Use la lata para realizar breves sesiones de adiestramiento en diferentes zonas de la casa y en distintos momentos del día. Cuando el perro ladre en cuanto vea salir la llama de la lata, iremos bien encaminados. A pesar de todo, repita el ejercicio al menos una docena de veces más, y empiece a intercalar latas encendidas con latas apagadas. No se trata de que el perro aprenda a ladrar con solo ver la lata. Si lo hace al ver una lata apagada, deténgalo con un NO suave pero firme. Si deja de ladrar, felicítelo.
Mientras enseña al perro a advertirle con sus ladridos en caso de fuego, también deberá enseñarle a no ladrar ante un fuego controlado. Corríjale con un NO si ladra al ver la chimenea o la cocina encendida. Si enciende un cigarrillo y el perro empieza a ladrar, corríjale suavemente con una caricia en el lomo y un delicado NO. Cuando deje de ladrar, dígale: «buen chico”. Así sabrá que ha hecho lo correcto. Recuerde que cuanto más a menudo le corrija por haber ladrado ante un fuego controlado, más a menudo tendrá que felicitarlo por detectar fuego o humo “peligroso». Necesitará cierto seguimiento para garantizar una buena enseñanza.
Cuando el perro ladre al ver la llama de la lata, de vez en cuando encienda un trozo de periódico bien enrollado y láncelo con cuidado en dirección al perro para que ladre. Vigile también dónde trabaja: una superficie de linóleo u hormigón será mucho más segura que una alfombra. Nuestro objetivo es un ladrido continuado y sostenido. Debería seguir ladrando hasta que desaparezca la llama. A medida que progrese, felicite al perro cuando ya haya ladrado durante cierto tiempo, que cada vez será más largo. Un único GUAU no le despertaría en plena noche. No obstante., no vaya a noquear al perro. Alterne sesiones largas y cortas., para controlar cuánto tiempo puede ladrar. Procure no aburrir ni cansar demasiado al perro con demasiadas sesiones largas.
Siga trabajando la experiencia del perro con el fuego alternando la lata con papel de periódico enrollado o pequeñas hogueras controladas al aire libre. Empiece a enseñar al perro a ladrar cuando usted no esté a la vista. Encienda una lata en una estancia que se encuentre entre usted y el perro. Llámelo para que venga, de modo que tenga que pasar Junto a la lata encendida. Si está bien preparado debería ladrar al ver la llama. Si no lo hace, vuelva con él junto a la lata encendida y muéstresela. Si ladra, felicítelo con entusiasmo. No olvide felicitarlo como se merece cuando aprende algo nuevo, como por ejemplo ladrar para llamar su atención cuando usted no está junto al fuego.
Por el humo se sabe dónde está el fuego
Aunque no siempre hay fuego de donde sale humo, está claro que, si hay humo en su casa, querrá saberlo para actuar cuanto antes. Al principio, el trabajo con humo es más difícil, pero, dado que el perro ya tiene una buena base, esta fase del adiestramiento debería ser rápida. Realice este ejercicio al aire libre para evitar la inhalación de humo y las molestias en casa. Si vive en el campo, el otoño es la época ideal para llevar a cabo esta actividad. Las hojas húmedas son una buena fuente de humo, tan buena que debería informar a los bomberos de sus intenciones. Si trabaja en el interior, asegúrese de que la zona esté bien ventilada. Las hojas húmedas también funcionan bien en el interior. Si vive en la ciudad, una buena alternativa son unos trapos impregnados en aceite. En todo caso, nunca utilice gasolina, pues sería demasiado peligroso. Disponga las hojas o los trapos en un cubo metálico y tenga a mano agua abundante. No use una papelera metálica con orificios por los que pueda escapar el agua que deberá apagar el fuego. Use las mismas técnicas que empleó para enseñar al perro a ladrar en caso de fuego.
Prevea un tiempo de tres a seis meses de trabajo en esta “habilidad”. En ese mismo periodo puede ensañar al perro otros ejercicios, pero no durante la misma sesión. ¿Por qué invertir tanto tiempo en enseñar al perro a detectar humo y fuego cuando hay aparatos económicos en el mercado que ya realizan esa función? Los detectores de humo y fuego son mecánicos y, aunque se instalen en la casa de forma estratégica, pueden fallar. Los perros no son aparatos mecánicos. Nosotros apostamos por el perro. Si quiere asegurarse la jugada, use ambos métodos.
Fuente: Trucos Caninos, Capitán Artur J.Haggerty y Carol Lea Benjamin