Por lo general, perros y gatos no están acostumbrados a convivir juntos, pero no es algo que sea imposible de acuerdo a lo que se puede observar en ocasiones en más de un hogar. Independiente a esto y si decides intentar este reto, es preferible hacerlo desde el momento en que ambos son cachorros de manera que logren adaptarse el uno al otro como parte de su familia, pero siempre es aconsejable que los supervises de manera de evitar que alguno de los dos pueda tener comportamientos que el otro pudiése malinterpretar como un ataque y desencadenar peleas.
Si por el contrario decides adoptar un gato cuando tu perro ya es adulto, deberás seguir siempre los consejos de profesionales con experiencia en comportamiento animal, ya que de otra manera, y sin percatarte, podrías ocasionar el estrés suficiente en tu perro, ya sea por la llegada de un nuevo integrante a su manada, como por cambios en su rutina diaria, que a la larga podrían enfermarlo y transformar todo lo que creíste que sería alegría, en tragedia para toda la familia.
Si tu perro está acostumbrado a perseguir gatos o cualquier animal pequeño que para el signifique “presa” deberías desistir de la idea de llevar un gato a casa, porque será extremadamente difícil volver a “criar” a tu perro de otra manera y será el minino quien sufra las consecuencias. Tampoco es ideal reprimir el comportamiento normal de tu perro, ya que por naturaleza su especie es cazadora. Pero recuerda que no hay nada imposible y que hoy en día existen profesionales que te pueden ayudar en tareas difíciles para alguien poco entendido en la materia.