Todo sobre perros | Historia del Perro |
Las luchas de animales, entre ellos los perros, son un recuerdo abominable pero forman parte de la historia del perro y por tanto no debemos pasarla por alto. Visto desde otra perspectiva, quizás debamos recordarlas como tributo a los pobres animales que sufrieron de ese modo.
Luchas de Animales en El imperio Romano
Las luchas entre animales se remontan al pasado mas lejano pero alcanzaron su apogeo durante el imperio romano, cuando los animales salvajes mas variopintos eran incitados a enfrentarse entre si o bien a luchar contra reos y cazadores. Sabedores de que los toros podrían brindar un espectáculo similar, a tales torneos se incorporaron tanto animales domésticos como salvajes, de los que el león es el ejemplo arquetípico.
Luchas de Perros contra Toros
En la Inglaterra medieval las luchas de perros con toros eran muy populares, y durante el reinado de enrique II (1154-1189), en la víspera de cada día festivo del invierno, los jóvenes londinenses se entretenían presenciando luchas de jabalíes y de osos con perros. El Paris Garden fue el primero de los recintos de lucha londinense: allí toros y osos se ataban por sus cuartos traseros y se soltaba a bulldogs ingleses para que los atacaran, no sin que los canes estuvieran exentos de riesgo, pues en ocasiones llegaban a perder la vida. Si eso sucedía los ejemplares muertos se remplazaban de inmediato por otros perros.
En los tiempos en que los espectáculos de lucha eran populares, las autoridades municipales no se limitaban a conceder la autorización para dichos espectáculos sino que además se encargaban de promoverlos. Era deber del alcalde garantizar un número suficiente de animales para el evento, y en los registros municipales de Leicester aparece una orden en la que ningún carnicero de la población podía sacrificar un toro para su venta sin que hubiera participado en uno de tales espectáculos. En Chesterfield, en el condado de Derbyshire, todo aquel que matara un toro sin antes haber participado en un espectáculo de lucha en la plaza del mercado debía pagar una multa de tres chelines y cuatro pequines
Lucha entre Animales, Un Deporte Cruel
El cronista Samuel Pepys contemplaba la cuestión con cierta compasión, y en 1666 calificó la lucha de “entrenamiento brutal e inmundo” y relató el encuentro entre un toro y varios perros, uno de los cuales acabo en las graderías. En 1670, otro cronista, John Evelyn, describió con fastidio y pesar la embestida de un toro a un desdichado perro que, lanzado por los aires, cayó en el regazo de una dama sentada en la gradas, a una altura considerable de la arena.
Este tipo de luchas eran especialmente populares en los Midlands ingleses, llegando los lugareños a extremos insospechados a fin de obtener las reses necesarias, incluido el robo del ganado de las poblaciones vecinas. Se recuerda el caso de los mozos de Coventry que empeñaron la campana de la iglesia para obtener el dinero necesario para comprar un toro, un acto impío que recibió su justo castigo cuando la res fue robada a manos de mozos de Nuneaton con idéntico fin.
En el condado de Warwickshire los propietarios de un toro cobraban habitualmente ocho peniques por cada perro lanzado a la bestia permitiendo un combate de cuatro o cinco minutos. El espectáculo ofrecido dependía en gran medida de la destreza, el adiestramiento y la raza del perro escogido. El bulldog, imprudente y temerario, se lanzaba sin mas sobre el morro del animal y acababa volando por los aires para su desgracia. Un perro más astuto se aproximaba por detrás, lanzando su ataque sobre las patas o atenazando la boca y los labios de la bestia aforrándose a ellos con fuerza y tenacidad.
Berkshire fue uno de los últimos condados de Inglaterra en los que se practicó la lucha con reses bravas y Bracknell adquirió un notable renombre por ello. Todas las poblaciones tenían un ejido donde al menos una vez al año se vertía la sangre de toros y canes. La festividad favorita para celebrar este bárbaro acontecimiento era Viernes Santo.
La Prohibición de la Lucha de Perros con Reses.
Hacia finales del siglo XVIII, la creciente concientización desató la oposición frente a este tipo de deportes con resultados para todos los gustos: unas localidades abogaron por su prohibición mientras que otras defendieron y promovieron como parte de sus tradiciones.
Preston fue uno de los primeros municipios que se opuso a esta práctica; el 11 de noviembre de 1726 data una resolución que pone fin a al contribución pública para la adquisición de reses destinadas a los espectáculos. En 1801, Joseph Strutt escribía, “las luchas con toros y osos no son del agrado de las personas de rango y opulentas. Tales espectáculos son presenciados por gente de clase baja”. Poco a poco el sentir había comenzado a cambiar.
muy bueno este articulo…