En 1998, el columnista William Thomas escribió un artículo acerca de las reglas que los perros deben acatar. Con un tono claramente irónico, analizó cómo todos nuestros esfuerzos por establecer pautas para nuestros perros a menudo acaban en agua de borrajas. Una parte del artículo que tanto revuelo causó en internet decía mas o menos lo siguiente:
- El perro no puede entrar en casa.
- Bueno, el perro puede entrar en casa pero sólo en determinadas habitaciones.
- El perro puede entrar en todas las habitaciones pero no puede subirse a los muebles.
- De acuerdo, el perro puede subirse solamente en los muebles viejos.
- Vale, el perro puede subirse en todos los muebles pero no puede dormir en la cama.
- Bien, el perro puede dormir en la cama pero sólo si se le invita.
- El perro puede dormir en la cama siempre que quiera pero no bajo la ropa.
- El perro puede dormir bajo la ropa pero sólo si se le invita.
- El perro puede dormir bajo la ropa todas las noches.
- Los humanos deben pedir permiso al perro para dormir con él bajo la ropa.
Gracias a Internet, varias versiones del artículo de Thomas dieron la vuelta al mundo, aparecieron en decenas de sitios de la red y se enviaron por correo electrónico a muchos amos.
«Realmente el artículo puso el dedo en la llaga», comenta Thomas, que escribe desde su casa en Port Colborne, Ontario, Canadá. «A mucha gente le resultó muy familiar lo explicado en él.»
Lo que inspiró a Thomas para escribir su columna fue su perro Jake, el primer cachorro que tuvo cuando era niño. El haber tenido gatos en los años posteriores le enseñó que establecer las normas requiere paciencia, dedicación y, sobre todo, tenacidad.
«Si no vas con cuidado en todo momento, se te acaban subiendo a las barbas y, en menos que canta un gallo, te piden las llaves del coche», bromea Thomas.
¿Para qué es importante establecer normas?
Si bien resulta divertido reflexionar sobre cómo nuestros perros tienden a adiestrarnos en lugar de al revés, la realidad es algo más seria. «¿Cuántos perros son casi siempre una verdadera lata cuando podrían ser nuestros mejores amigos todo el tiempo?» se pregunta el doctor Jeff Nichol, veterinario del Adobe Animal Medical Center de Albuquerque, Nuevo México.
Las personas valoran la libertad y dan por sentado que es positiva también para sus perros, pero en realidad a ellos no les beneficia gozar de demasiada libertad. «De hecho, necesitan disciplina», afirma Joanne Howl, veterinaria de West Rivera, Maryland. «Es vital para su naturaleza básica de animales de grupo el tener normas», explica.
En el momento en que usted establece las normas y hace que se cumplan, está asumiendo un papel muy importante: el de líder. Si no dicta las reglas, su perro creerá que no le queda más remedio que tomar el mando y empezará a imponer sus propias leyes. Y es precisamente entonces cuando las cosas empiezan a ir mal.
Las personas acostumbran a considerar a sus perros como miembros de la familia. Sin embargo, el perro nunca ve a las personas (o a los demás perros) como iguales ya que se rigen por una jerarquía de grupo. Eso significa que si usted no ocupa el rango más elevado dentro del grupo familiar, su perro le considerará inferior y su conducta reflejará esa consideración.
Por otra parte, si dicta las normas y las hace cumplir con firmeza, el comportamiento de su perro también lo reflejará. «Al perro no solo le complace servir al líder, sino que es algo que forma parte de su naturaleza», explica el Dr. Nichol.
Mandamientos caninos
¿Qué órdenes son importantes? Hay que recordar que lo que puede ser una regla importante para un perro puede no serlo para otro. Y lo mismo se aplica a los dueños. Habrá quien no se ponga a gritar al ver al perro subirse a los muebles; para otros, ese acto puede representar una imperdonable infracción.
De todos modos, existen algunas pautas que todo perro debería seguir. Podrían considerarse como los Mandamientos Caninos. Otras normas, que varían en función del perro y del propietario, se podrían incluir dentro de la línea de ritos locales.
Acudirás cuando te llamen.
Si su perro no da volteretas cuando se le ordena, no debe preocuparse, pero a la orden de» ¡ven aquí!» su perro debería acudir raudo y veloz sin pensárselo dos veces. Cuando un perro corre hacia la carretera o aborda a un inocente desconocido, puede meterse en problemas. «Tenemos la obligación de controlar a nuestros perros», dice el Dr. Nichol.
Venerarás a la abuelita.
Los expertos en conducta animal a menudo hacen referencia a una regla llamada «norma de la abuelita». También conocida como «la comida no es gratis», la norma de la abuelita significa esencialmente que el perro debe hacer algo para ganarse lo que nosotros hacemos por él. «Éste es un principio básico del adiestramiento canino», afirma el doctor Mark Plonsky, profesor de psicología de la Universidad de Wisconsin de Stevens Point y especialista en conducta canina.
La norma de la abuelita es crucial puesto que le convierte a usted en la persona a la que el perro debe escuchar. Los perros acatan esta norma porque también funcionaba entre ellos cuando las recompensas procedían del líder. Lo que funciona entre perros funciona también cuando las personas entran en la ecuación. Por ejemplo, a la hora de comer su perro debería sentarse y quedarse quieto hasta que usted le in¬dique que puede empezar. Antes de jugar con él o de llevarlo de paseo, hágale realizar alguna gracia o responder a una determinada orden.
No le gruñirás al líder.
En ocasiones resulta difícil que no se nos escape la risa cuando un perro gruñe a alguien que se acerca demasiado a su comida o que intenta rescatar un zapato que el perro tiene en sus fauces. Sin embargo, este tipo de comportamiento acarrea problemas. «Un perro nunca gruñiría al líder del grupo», explica la Dra. Howl. Tan sólo lo hacen cuando pretenden desafiarlo. «Un líder debe mantenerse firme», comenta. «Si el líder está enojado, un perro bien adiestrado se echará en el suelo. Si el líder está muy enojado, el perro se tumbará boca arriba mostrando la barriga.»
Una manera de establecer su papel de líder es siendo literalmente el perro superior (superior en todos los sentidos). La Dra. Howl aconseja mantenerse erguido al acercarse a su perro. Los perros respetan el tamaño y creerán que su imponente estatura es la propia de un líder.
Seguirás al líder.
¿Cuántas veces ha abierto la puerta y se ha visto arrollado por su perro que aprovecha para salir disparado hacia la calle? ¿Y cuántas personas han intentado en vano poner freno a la pasión con que algunos perros reciben a los invitados? La Dra. Howl afirma que los perros que abordan a las personas dan claras muestras de falta de respeto. Cuando vivían en grupos salvajes, era el líder quien salía de la guarida en primer lugar; los otros perros, de rango inferior, le seguían.
«Lo que hacía reinar la paz en los grupos, lo hará también en las familias humanas», explica la Dra. Howl. Su cometido es hacer de guía; el de su perro, seguir sus pasos.
Obedeceras a todos los miembros de la familia.
«Es muy frecuente que el perro obedezca a un solo miembro de la familia y no preste atención al resto. Una solución es que otras personas den de comer al perro mientras el perro superior mira», sugiere el Dr. Plonsky. Cuando comprenda que todos los miembros de la familia pueden controlar su comida, entenderá que debe también obedecerles.
Estableciendo las normas que debe respetar un perro
Los perros se parecen mucho a los niños en algunas cuestiones. Les gusta poner a los adultos a prueba infringiendo las normas establecidas, sobre todo durante los dos primeros años de vida. La gente considera esta etapa como la adolescencia de sus perros y los adolescentes siempre necesitan seguir unas pautas firmes y coherentes.
Sin embargo, antes de fijar las reglas, se debe decidir cuáles son realmente importantes y se deben cumplir. No tiene sentido emitir reglamentos cuyo cumplimiento no se exigirá. En realidad, el hecho de que no se exija la obediencia de una regla envía un claro mensaje al perro de que puede incumplir hasta las pautas más importantes.
Es evidente que las familias no se dirigen como si de unidades militares se tratase. El objetivo no es convertir a las personas en sargentos y a los perros en reclutas, pero el amo debe mantenerse firme. Fijar decenas de reglas puede hacer dificil el control de su cumplimiento. Es preferible establecer dos o tres (el número no importa) y exigir que se cumplan con firmeza. Las personas creamos normas y las modificamos continuamente. Para los otros adultos no supone un problema pero para un perro representa un lío tremendo. «Confeccione una lista de las normas que desee que su perro observe», recomienda el Dr. Nichol. Para no olvidarse -y para que los demás no se olviden-, coloque la lista en algún lugar bien visible, como la puerta de la nevera. «Debe estar muy claro lo que espera de su perro, sobre todo si la familia se compone de más de un miembro», aconseja el Dr. Nichol. Habiendo derfinido la lista de reglas para su perro reunase con su familia para conversar sobre lo importante que es que todos ayuden a que el perro no infringa dichas normas.
Fuente: Manual de Educación Canina; Matthew Hoffman